Hoy en día todos tenemos el sentimiento de ser iguales, con
derecho a tener bienes materiales e inmateriales y convencidos de que es
posible subir en la escala social. Lejos de esta concepción estaban inmersos
los pueblos en la antigüedad, los cambios sociales no existían y el único movimiento
que había era descendente. La desigualdad era enorme pero este orden era
aceptado por la sociedad.
No se podía acceder libremente a posiciones y recursos, todo
estaba a ligado a otras consideraciones como el nacimiento. Quien no tuviera
esta posibilidad y quisiera acceder a los recursos debía siempre recurrir a
alguien superior con conexiones para poder brindar estos beneficios. A esta
persona se la llamaba patrón.
Este brindaba a su cliente lo que este le pidiera: dinero,
alimentos, protección, cuidados, conexiones y facilidades para sus
objetivos. A cambio de ellos esperaba
del cliente lealtad y honor, esto se hacía mediante la concurrencia del cliente
en las primeras horas de la mañana a
presentar sus respetos por el patrón, y a cambio este recibía algún regalo
monetario, provisiones o invitaciones a cenar.
La elite era el patrón por naturaleza, ya que tiene recursos
económicos, sociales y políticos. La curioso de los patrones es que no
solamente estaba relacionado con el género masculina, sino que mujeres también lo
eran.
Inicialmente el patrón
provee al cliente con sus propios recursos, pero si por algún motivo no pudiera
concederle esto, hacia de intermediario dando conexiones con alguien de mayor jerarquía.
Se podía ir así subiendo hasta llegar al máximo patrón terrenal, el emperador.
Hay textos que hablan de esta relación patrón-cliente entre
Dios y Jesús. En diversos momentos bíblicos se entabla esta relación de Dios
con alguien que le es devotamente fiel como por ejemplo Moisés, Gideon o Elías.
Así mismo sucede con Jesús, en la epifanía del Jordán, que ahora goza de una condición
única que es el poder divino otorgado por Dios con el cual el cura y exorciza.
Reiteradamente Jesús muestra su lealtad a Dios, su
patrón. Teniendo como referencia a los
textos de Marcos vemos como Jesús sigue
un camino marcado por la voluntad divina. En otra parábola, las de los
viñadores homicidas se muestra a dos tipos de clientes, arrendatarios desleales,
un hijo obediente y la consecuente reacción del patrón. De acuerdo con Marcos
quien reciba o rechace a Jesús, lo hace con Dios. Los arrendatarios destruyen
al patrón, que recupera su honor destruyéndolos, redimiendo la vergüenza de la
muerte del hijo, transformándolo en victoria.
En otras se muestra a Jesús defendiendo los intereses de su
patrón, pues así como al Cesar, a Dios hay que darle lo que es suyo. El primer
mandamiento es amara a Dios por sobre todas las cosas, segundo hay que amara a
todos los clientes de Dios, al prójimo, como a uno mismo.
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